jueves, 9 de enero de 2014

DIA 27 . YA SE VAN LOS REYES MAGOS.




Ya pasaron las Navidades.
Y ya volvimos mi marido y yo de nuevo a la casa en la que vivimos.
Al país que nos acoge como trabajadores extranjeros y que por mucho que lo intentemos no llegamos a sentir como hogar.
Todavía en mis retinas mi ciudad dormida camino del aeropuerto.



Los contenedores de basura llenos de papeles de regalo y cajas abandonadas de los juguetes que llenaron la noche mas emocionante del año a miles de niños.
Cerré la puerta de mi casa sin echar la llave.
Mi hijo dormía mientras cargábamos las maletas en el taxi.
Nos despedimos de ellos la noche anterior; siempre entro a darle un ultimo beso y oler su cuello y su piel.
Esta vez no fui capaz de ver como quedaba atrás, con su nueva vida independiente de nosotros, de mi.
Son mis hijos, son nuestros hijos, pero a mi me cuesta mas deshacer el lazo que tan fuerte ato cuando los veo por primera vez, después de meses de añorarlos con el alma.
Esta vez me ha costado mucho separarme de ellos.
Y no por las razones egoístas que se pueda suponer.
Sino precisamente por eso.
Por verlos tan llenos con su vida, con sus proyectos y sus pesares, sin poder formar parte de todo eso.
Ya son adultos, y cada vez me necesitan menos, como es normal y lógico.
Pero eso no significa que la vida como madre se quede vacía para mi.
Cuando estoy a su lado comprendo la falta que les hago, y entonces me siento culpable de no estar siempre ahí.
Es totalmente gratuito, ya lo se. No sirve para nada, también lo se.
Pero cuando abríamos este año los regalos de Reyes que habíamos colocado todos primorosamente debajo del árbol, quise que el tiempo se parase.
Que ellos no crecieran mas de lo que ya lo han hecho.


Que la cara de ilusión de mis hijos al vernos a nosotros, sus padres, abrir nuestros regalos, se quedaran congeladas en mis recuerdos, como algo que no tiene precio.
Han sido unos días magníficos.
Horas, minutos y segundos llenos de amor que guardaré para sacarlos y disfrutar de ellos cuando nadie me ve.

Cariños,

emeka






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